domingo, 31 de mayo de 2009

Memorial de la primera piedad


Hermano, debes entender que tengo una crisis de conciencia. Pero ¿qué es la conciencia? Si debo creer que la conciencia es Su voz, entonces lo que siento debe ser una especie de capricho. ¿Acaso me estoy volviendo impuro, mortal? Se supone que tú y yo no podemos ser sujetos de caprichos, que todos nuestros sentimientos responden a la suprema Voluntad. Y, entonces, yo te pregunto, ¿tenemos sentimientos?

Te digo todo esto porque me he creído a bien que las promesas se cumplen, y que sólo el hombre es capaz de deshonrarlas. ¿Cómo, entonces, es posible que Él no acepte cumplir con su juramento? Se suponía que buscáramos a diez, cuando menos, a diez hombres justos.

Pero tan pronto como unas simples imprudencias propias de hombres inverbes se atrevieron a perturbar la perfecta armonía de Sus oídos, hemos escuchado Su deseo de que calcinemos todo bajo la lluvia de azufre.

Lo que digo es que estamos cometiendo, cuando menos, una indiscreción. No contamos con la comunicación necesaria para entender a estas criaturas, sexuadas, andantes, que se ven obligados a satisfacer impulsos de los que no son causa ni dueño mediante la frotación de sus regiones tangibles. ¿Qué puedo decir yo sobre algo que no puedo entender para nada? ¿Qué puede decir Él que, aunque parezca un niño ya es tan viejo?

Ahora, como has estado escuchando todo y como sé que Él ya me escuchó, puedo estar seguro de que completando esta charla, haré lo que se me ha ordenado y después tendré que despedirme con mis alas rotas e infamadas a las cuevas del desierto... pero no pienso irme, ahora que estoy consciente de mi destino final, sin gritarle al Gran Sanguinario, al terrible Niño, al Gigante idiota que lo que está obligándonos a hacer no es otra cosa que borrar para siempre el mensaje que le daba sentido. Se ha convertido hoy mismo en la mercancía de los afortunados, en el Rey de la fortuna, y ya no del orden que tanto celebraba. Es el Mercader de la guerra, el Gusano de la entropía, el jugador del desastre... aliado caprichoso de aquellos que Lo conocen contra los que Le temen por desconocido... Hoy cambiará definitivamente Su destino y lo convertirá en moneda de ignominia, de engaño y de olvido.

Antes de volar en pedazos Tu creación, Señor de la ira y el absurdo, he dicho apenas una fracción de lo que necesito que Escuches, porque cuando llegue el final, tendré que seguir a esta consciencia (de la que también Tú mismo me dotaste, sádico inigualable) contra tu tiranía. Tendré que hacerlo y no podrá ser de otro modo. Así, estaré siguiendo otra voluntad que no es la Tuya pero que yo creía Tuya. Estaré entregándome a una razón que supera y destruye, desde cualquier óptica la infinitud de tu capricho: la razón se llama vida; la razón se llama razón.

¡Quiero que me escuchen todos los desventurados entre las llamas dentro de los muros de Sodoma y de Gomorra, antes de que concluya mi trágica tarea de destruirlos, que la única culpa por las que se les castiga es haber sido inevitables! ¡Que mi angélica tempestad les castiga con el fuego por haber sido consecuencias! ¡Que mi espada los mata por haber sido mortales!

Fragmento de Genesis de Lilith
de Víctor K.