lunes, 4 de enero de 2010

Elogio de una anti-estructura




En medio del barullo insoportable de aquella vecindad de locos, aquél que había despertado, tan repente, del letargo de sobresaltos ininterrumpidos gritó tan fuerte, que por primera vez en mucho tiempo hubo algo, en ese pequeño mundo, que ya se extrañaba: contraste.

Pocos momentos después, alguien apagó la televisión y hubo angustia...
alguien apagó el radio y hubo silencio...
alguien apagó los gritos y hubo miradas... ya sólo se oían los latidos y las respiraciones.
La tremenda desnudez que repentinamente se apoderó de todos, y que duró apenas unos segundos, pareció una eternidad que cambió para siempre sus procesos.

Y antes de que el apartamento volviera al gris maquinal de los días que pasan flotando, este loco del que les hablo escribió unos versos, besó a una mujer imaginaria (o recordada), y por primera vez empezó a dar cuenta consciente de las palabras que pronunciaba... y nunca volvió a ser el mismo.

Sin duda ahora
hablaba menos,
escribía más,
le entendían menos,
y decía más.


de Víktor K.
(el cuadro es Ruptura de la entrañable Remedios Varo)

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