jueves, 2 de mayo de 2013

Soledad primaveral

Extraña desolación la de primavera:
rara soledad, silencio y quietud en medio de un prodigio de sol y jacarandas que dan las pinceladas últimas al lienzo del panorama.

Estamos dulcemente solos, serenamente solos, esmeradamente solos, sutilmente solos. Soledad suave, satinada y cargada de miel y brisa de montaña.

En la cumbre de una colina , la más antigua y renovada de todas, contemplo la continuidad de la urbe que me enamora: continuidad frágil, cuidada, protegida, casi muda... una continuidad que sonríe poco, brevemente, con suculenta y refinada hipocresía, conmovedora falsedad de [des]encuentros que simula y disimula el torrencial augurio detrás de la cordillera. Como si nada hubiera, como si nada viniera, como si nada cambiara, como si nada naciera, como si nada muriera, como si nada...

Disfruto de tu aroma a flores y me dispara un instante mi silencio;
aunque sea un instante para oler el aire, para escuchar las rocas que crujen debajo de la tierra y sentir el prado y anticipar el amor y las cenizas....
aunque sea un instante para hincarle un ojo a la consternación florida, a la tormenta de aliento loco, animal y genuino, a la amenazante belleza que me anida.

Ah, primavera.... tantas flores, tantos cantos... cantan y florean el suspiro que tanto significas.

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