jueves, 9 de abril de 2009

Sábanas


La verdad te conocía, pero no lo sabía cuando te lo dije. Si yo te hubiera dicho otra cosa, cualquier otra cosa, te habrías espantado y te habrías llevado mi aliento lejos de mí, de mi tierra, lejos del árbol donde te lloré tantas noches esperando que un rayo se compadeciera de mí. Pero la vida quiso que no te recordara para que pudiera dejar un espacio dentro de mi cuerpo para que hicieras falta, para que te deseara por la primera vez de nuevo.

Y entonces, ahora no sabes por qué no puedo comenzar a hacerte el amor sin más preámbulo, sin pedirte antes que recuerdes un poco del dolor que dejaste desperdigado por el mundo, sin dueño, sin el consuelo de saber a quién le duele. Me gustaría que supieras esto cuando termine dentro de ti, para que mi carne que te explora y te poblará en adelante, no quede igual de huérfana que las lágrimas que por algún sitio todavía recuerdo. Y hoy me deseas. Ya a menudo quisieras que me caracterizara el silencio, y tal vez después de hoy ya pueda hacerlo...pero estas voces que se apoderan de mi boca para ocuparla hasta el grado de no poder comerte, tienen que ver con no dejar pendiente lo que soñaban de ti mis recuerdos vagos y mis represiones, cuando ya había olvidado que existías. Y hoy, que ya me acuerdo que te conocía desde siempre, y hoy que ya te has enterado de que aquí estoy, a punto de hacerte tan feliz como planeas, sólo se me ocurre decirte que si estás dispuesta a abandonar tu voluntad de abandonarlo todo, entonces podré saber que mis caricias marcarán algo que justifique el espacio que, por tanto tiempo, has dejado vacío con tu perfume.


Extracto de Un libro que nunca fue,

de Víctor K.

No hay comentarios:

Publicar un comentario